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jueves, 5 de diciembre de 2013

epoca de la alquimia

Esplendor de la Alquimia
Nos hallamos ya en el siglo XII, época en que la Alquimia empieza a desarrollar su máximo esplendor. La Alquimia llega a Europa a través de dos grandes caminos: Bizancio y el Islam. Pero son los árabes principalmente los que, a través de sus traducciones, y por el camino de España, llevarán la Alquimia, al igual que otras muchas artes mágicas, a su máximo esplendor en todo el Continente.
En el siglo XII, la Europa occidental empieza apenas a descubrir la civilización científica: por aquel entonces, la física y la química eran casi desconocidas, la astronomía y paralelamente a ella las matemáticas se hallaban apenas en su primer escalón, la medicina era natural y puramente empírica. En su desarrollo cultural, a partir del siglo XII, Europa se nutriría casi exclusivamente del saber islámico, tanto en el campo científico como en el humanístico. De traducciones de libros árabes (realizadas principalmente en las "escuelas de traductores", como la famosa escuela médica de Salerno en Italia y la no menos conocida de Toledo en España), nacieron las bases de casi todo el saber medieval. Es curioso, a este respecto, hacer notar que la mayor parte de estas traducciones no eran efectuadas por los mismos árabes, que no sabían latín, ni por los europeos, que no conocían el árabe; para su realización se buscaron otros traductores: Los judíos, que habían asimilado ambas lenguas. De nuevo, pues, la tradición hebrea se une a toda la tradición medieval, dejando en todos los campos del saber su huella como intermediarios de la cultura.
De este modo llega, con todas las demás artes, la Alquimia a Europa. ¿Quienes son sus primeros practicantes? Ante todo hay que señalar que la práctica de la Alquimia no era un arte que estuviera al alcance de todo el mundo. La Alquimia no podía uno aprenderla por sí mismo: era preciso estudiarla, leer los antiguos tratados... y para ello era imprescindible saber leer y escribir. En el siglo XII y siguientes, la mayor parte de la población era analfabeta, y solamente los hombres de ciencia y los grandes señores tenían una cultura superior a la primaria. Por otro lado, la cultura se hallaba en su mayor parte encerrada en los monasterios.
No es nada de extrañar, pues, que los primeros trabajos alquímicos realizados en Europa se hicieran en los monasterios, a manos de monjes y clérigos. El hecho queda probado por las numerosas órdenes eclesiásticas que aparecieron durante este tiempo prohibiendo tajantemente la práctica de la Alquimia en el interior de los monasterios... hecho que señala de una manera absoluta el que sí se practicaba la Alquimia en ellos.


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LOS ALQUIMISTAS PRIMERA PROFESION METALURGICA

Los primeros alquimistas.
La Alquimia , como todas las artes y ciencias a que se ha dedicado el hombre, ha sufrido una lenta y progresiva evolución a lo largo del tiempo. A principios de su historia, la Alquimia era una actividad muy reducida, casi inexistente, algo completamente intuitivo. También era una Alquimia completamente materialista. El principal objetivo de la primitiva Alquimia (aún no había aparecido en ella el concepto de la Piedra Filosofal) era sencillamente transformar directamente los metales viles en oro. Encontramos ya estos anhelos (y sus correspondientes recetas) en el antiguo Egipto. Por aquel entonces, el trabajo más frecuente al que se dedicaban los alquimistas (que tampoco habían recibido aún este nombre) era el de aumentar el peso del oro, es decir, "hacer crecer" el oro. ¿Puede llamarse a esto realmente Alquimia? Indudablemente no, ya que la operación, que actualmente está al alcance de cualquiera y no posee el menor secreto, no presentaba ninguna transmutación, sino que se trataba sencillamente de una aleación de metales. Sin embargo, en estos primeros ensayos (no en los ensayos en sí, sino en el espíritu que los inducía) se halla ya la base de todo el movimiento alquímico.
Los métodos de "hacer crecer" el oro eran sencillos: simplemente, se trataba de rebajarlo a través de la aleación con otros metales, convirtiendo así el oro de 24 kilates en oro de 19 ó 10 kilates, con lo que su peso aumentaba a costa de su calidad. Estas operaciones se realizaban a través de recetas muy simples: por ejemplo mezclándole plata y cobre, con lo que el color del oro no variaba en absoluto (mezclándolo sólo con cobre el oro adquiere un color rojizo, mientras que haciéndolo sólo con plata la tonalidad resultante es verdosa). También se realizaban aleaciones para hacerlo más duro o dotarlo de otras cualidades específicas, o se trataba su superficie para que, aunque su interior fuera impuro o de baja calidad, la capa exterior resultara de oro puro, con lo que el engaño no se percibía, ya que los expertos de aquellos tiempos no conocían más métodos de verificar el oro que mediante las pruebas del rayado, del fuego y del pesado.
¿Engaño? Quizá sea inexacto hablar de engaño al referirnos al "doblado del oro", nombre con el que se designaba correspondientemente la operación de "hacer crecer" el oro. Los primitivos alquimistas egipcios y griegos que doblaban el oro por estos procedimientos no creían en absoluto que estuvieran engañando a sus clientes, ni mucho menos. En aquellos tiempos no se concebía el oro como más o menos puro: sencillamente, el oro era, siempre que tuviera el color apetecido, y no se hacía distingo de calidades por la simple razón de que no había medios de controlar estas calidades. El oro "doblado" era tan apreciado como el oro puro, y si el alquimista realizaba estas operaciones era sencillamente porque creía que el oro era un material susceptible de "crecer" al igual que una planta, sin perder por ello ninguna de sus cualidades, y que él tenía el poder y el don necesarios para efectuarlo con éxito.

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