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viernes, 13 de diciembre de 2013

lugares encantados

El pueblo encantado en real de pinoles,en Canelas, Dgo Durante la primera mitad del siglo XX, se narraba mucho de la conseja de Real de Piñones, por aya entre los habitantes del municipio de Canelas, Dgo., incidente que le había sucedido a un individuo que se encontraba inspeccionando por el lugar que se conoce como “mesa de Guadalupe”. Se encontraban campando en aquel lugar el grupo de vacacioncitas, cuando fue picado uno de ellos por un alacrán y habían olvidado en canelas el maletín para primeros auxilios, pero se precedió a sangrar el piquete. Entonces se le pidió al guía que fuera por las medicinas y el suero anti-alacrán, y que tratara de hacer el menor tiempo imposible, ya que estaba en medio la vida de aquel compañero. Este señor desde un principio trato de hace el recorrido primero en línea recta desde donde se encontraba rumbo a canelas subiendo y bajando quebradas, atravesando llanos y tomando atajos tratando de acortar el camino. Su mente solo pensaba en regresar rápidamente con el medicamento para la persona enferma. De repente después de tener unas tres horas de camino iba descendiendo del vallecito de una quebrada poblada de una exuberante vegetación, al caminar por debajo de aquellos grandes árboles. De pronto se encontró con fachadas de casas alineadas entre las ramas de aquella vegetación adivinando la techumbre de más casas. Cuando vio aquello se hizo una y mil preguntas que no se pudo contestar en su mente, nunca había deslumbrado jamás aquella población, ni siquiera con sus binoculares cuando se ponían a rastrear las quebradas. “¡He vivido toda mi vida por estas regiones y nunca había sabido de la existencia de este pueblo! ¡Que raro es todo esto y que raro me siento! Se sentía una paz que no se puede expresar con palabras. Esto parece ser un clásico pueble de los que solían hacer un grupo de mineros que se internaban a buscar metales.” A medida que iba penetrando en aquel lugar rodeado de inmensos árboles frutales, manzanas muy coloradas, guayabas, aguacates, tejocotes, granadas, etc., las ramas caían sobre los techos de las casas. Comentaba a si mismo “¡pero que bonito esta todo esto y diferente a canelas!”. La desubicación ante aquella inesperada visión le hicieron olvidar las preguntas que él se hacia, también olvidándose un poco de aquella misión que la había llevado a aquél sitio, sin habérselo propuesto.. Penetro por la que parecía ser una callejuela principal, la que iba a desembocar a una pequeña iglesia que se divisaba a lo lejos con una pequeña torre y campanario. En medio de un silencio relajante que invitaba a sentarse y a olvidarse de todo. Dice “Buscaba el sol para orientarme, no puede encontrarlo en el firmamento. Era un cielo como nublado, estando todo iluminado de un blanco gris, lo que hacia resaltar mas el color de las flores y la vegetación que por todos lados se veían.” Comentaba, “seguí caminando y llegue frente aquella parroquia, con una pared alta y una torre pequeña la cual tenia su amplia puerta abierta, siendo mi sorpresa mayúscula al oír en el interior cuando observe muy adentro de la iglesia un grupo de personas que apenas se escuchaban. “al penetrar me di cuenta de que la nave era muy grande casi de dimensiones normales, vi sus pilares, cuadrados estaban sus aristas cubiertas o decoradas de laminas de oro. Todo el altar mayor de cantera, se veía también que estaba decorado con laminas de oro que le daban una belleza admirable y brillante. “admirado fui entrando paso a paso hasta que me encontré a la mitad de aquel recinto y un poco entre la gente, donde me quede pasmado al reconocer a un compadre que hacia ya varios años había muerto. Me encamine así el y lo salude y luego le hice una y mil preguntas, y entre otra ¿cómo se llama este pueblo? Contestándome que se llamaba Real de Piñones. “el me pregunto: compadre se va a quedar entre nosotros o se va a ir? En aquel instante volví a mi realidad y recordé que tenia que llevar la medicina por que había una vida de por medio, ¡No compadre, por que traigo una misión!. “bueno entonces retírese ya y desande el camino andado, pero sin volver a la vista para atrás, ya que si lo hace, se quedara para siempre en este lugar donde no existe el tiempo de ustedes. “Eché a caminar por donde había llegado, habiéndome en mi mente preguntas sin contestación. ¿Cómo es posible que haya hablado con mi compadre, si hace ya mas de diez años que el murió?. Aun que el me dijo que no había muerto jamás, no lo podía creer, tenia una sensación de incredibilidad. Me sentía como si estuviera soñando, me pellizcaba mis manos, brazos, pero no cambiaba nada, pero continuaba caminando.”Ya iba llegando por el lugar de donde había entrado, hay había un gran árbol muy frondoso con muchas manzanas, la cual me acerque y corte un que eché a mi morral. Cuando la corte, note que pesaba mas de lo normal. Y de pronto me encontré en el camino hacia canelas y pensé, voy a comerme mi manzana la que al sacarla me encontré de que era de oro. Siendo aquello un testimonio, para confirmar que no fue un sueño lo que vi. Después de aquello, buscamos el lugar que jamás hemos encontrado.

jueves, 5 de diciembre de 2013

epoca de la alquimia

Esplendor de la Alquimia
Nos hallamos ya en el siglo XII, época en que la Alquimia empieza a desarrollar su máximo esplendor. La Alquimia llega a Europa a través de dos grandes caminos: Bizancio y el Islam. Pero son los árabes principalmente los que, a través de sus traducciones, y por el camino de España, llevarán la Alquimia, al igual que otras muchas artes mágicas, a su máximo esplendor en todo el Continente.
En el siglo XII, la Europa occidental empieza apenas a descubrir la civilización científica: por aquel entonces, la física y la química eran casi desconocidas, la astronomía y paralelamente a ella las matemáticas se hallaban apenas en su primer escalón, la medicina era natural y puramente empírica. En su desarrollo cultural, a partir del siglo XII, Europa se nutriría casi exclusivamente del saber islámico, tanto en el campo científico como en el humanístico. De traducciones de libros árabes (realizadas principalmente en las "escuelas de traductores", como la famosa escuela médica de Salerno en Italia y la no menos conocida de Toledo en España), nacieron las bases de casi todo el saber medieval. Es curioso, a este respecto, hacer notar que la mayor parte de estas traducciones no eran efectuadas por los mismos árabes, que no sabían latín, ni por los europeos, que no conocían el árabe; para su realización se buscaron otros traductores: Los judíos, que habían asimilado ambas lenguas. De nuevo, pues, la tradición hebrea se une a toda la tradición medieval, dejando en todos los campos del saber su huella como intermediarios de la cultura.
De este modo llega, con todas las demás artes, la Alquimia a Europa. ¿Quienes son sus primeros practicantes? Ante todo hay que señalar que la práctica de la Alquimia no era un arte que estuviera al alcance de todo el mundo. La Alquimia no podía uno aprenderla por sí mismo: era preciso estudiarla, leer los antiguos tratados... y para ello era imprescindible saber leer y escribir. En el siglo XII y siguientes, la mayor parte de la población era analfabeta, y solamente los hombres de ciencia y los grandes señores tenían una cultura superior a la primaria. Por otro lado, la cultura se hallaba en su mayor parte encerrada en los monasterios.
No es nada de extrañar, pues, que los primeros trabajos alquímicos realizados en Europa se hicieran en los monasterios, a manos de monjes y clérigos. El hecho queda probado por las numerosas órdenes eclesiásticas que aparecieron durante este tiempo prohibiendo tajantemente la práctica de la Alquimia en el interior de los monasterios... hecho que señala de una manera absoluta el que sí se practicaba la Alquimia en ellos.


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El instrumental alquímico.

El instrumental alquímico.
Es en Grecia donde la Alquimia empieza a adquirir algunas de sus características que más tarde se harán definitivas. Una de ellas, la primera y más importante, es el proceso de destilación. Hasta los primeros alquimistas griegos, la destilación era algo completamente desconocido en el mundo. La primera descripción de un alambique que ha llegado hasta nosotros se atribuye a uno de los primeros alquimistas femeninos conocidos, María la Judía, y es citado a su vez por otro de los alquimistas más célebres de la antigüedad, Zósimo, gracias a cuyos escritos ha llegado hasta nosotros buena parte de la Alquimia griega. Este aparato (que esencialmente no sufrió ninguna variación hasta 1860) nos es descrito por Zósimo como un alambique de tres brazos, cuya utilidad (la de los tres brazos) no ha quedado aún suficientemente aclarada, ya que no estriba en la selección de los productos destilados, y se ignora cualquier otra posible aplicación. De todos modos, el alambique de tres brazos o tribikos fue muy usado a lo largo de los años por todos los alquimistas, al igual que el más normal de dos brazos o dibikos. A María la Judía se le atribuyen también otros varios inventos alquímicos, como son el método de calentar una sustancia mediante vapor de agua (método que en muchos países se conoce aún por "baño de maría"), y el Kerotaxis.
El atanor es el instrumento básico del alquimista. Es un horno, pero se le conoce por atanor, ya que proviene del árabe al-tannur, que significa precisamente eso, "el horno". El horno alquímico, según la descripción que de él nos hace el alquimista Geber, ha de ser "cuadrado, de cuatro pies de longitud, tres de anchura, y un grosor de medio pie en las paredes". Los materiales a calcinar deben ser colocados dentro del horno en cazuelas de arcilla lo más resistentes posible,"como la arcilla que se emplea para la formación de crisoles, a fin de que puedan resistir la fuerza del fuego, incluso hasta la combustión total de la cosa a calcinar".
Estos dos instrumentos básicos de las operaciones alquímicas no eran sin embargo los únicos. Para llevar a cabo su Gran Obra (es decir, la obtención de la Piedra Filosofal), el alquimista debía cumplir numerosas operaciones distintas, entre las cuales las más importantes eran la calcinación, la sublimación, la fusión, la cristalización y la destilación, para las cuales necesitaban de un heterogéneo instrumental, que según el inventario de algunos alquimistas comprendía más de ochenta aparatos distintos: hornos, lámparas, baños de agua y de ceniza, camas de estiércol, hornos de reverbero, ollas de escoria, crisoles, platos, vasos, jarras, frascos, redomas, morteros, filtros, cazos, coladores, batidores, alambiques, sublimadores... sin contar una serie de aparatos auxiliares como tenazas, soportes, etc. Y todos estos utensilios eran de fabricación realmente casera, ya que no existía en aquel tiempo una industria capaz de surtir al alquimista de todo su complejo arsenal.
El alquimista, pues, debía diseñar por sí mismo su instrumental, basándose para ello en las descripciones de los mismos aparatos que hallaba en los libros antiguos.
Por otro lado, y por motivos que veremos más adelante, el alquimista debía tener buen cuidado en escoger a quien debía hacerle los instrumentos, ya que los recelos y la codicia eran muchos y no todo el mundo merecía confianza.
El Kerotaxis era un aparato usado para tratar los metales con vapores de otros metales, ácidos u otras sustancias, operación importante dentro del conjunto de labores alquímicas.
En la parte inferior del instrumento se colocaba la sustancia vaporizable; en el centro, la paleta propiamente dicha, conteniendo el metal que debía ser atacado por los vapores. Bajo la acción del calor, la sustancia desprendía sus vapores, una parte de los cuales atacaba el metal, mientras que el resto se condensaba en la parte superior del aparato, resbalando por las paredes de nuevo hacia la parte inferior y volviendo a reanudar el ciclo, con lo cual se establecía un flujo continuo de vapores.

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