Mostrando entradas con la etiqueta oro de los incas. Mostrar todas las entradas
Mostrando entradas con la etiqueta oro de los incas. Mostrar todas las entradas

martes, 10 de diciembre de 2013

los desentierros de los tesoros malditos


El oro recogido por los españoles en Cajamarca y el Cuzco, no obstante su caudalosidad, no fue sino una mínima parte de la riqueza incaica. "No fue sino muy pequeña parte de lo que de estos tesoros vino en poder de los españoles", afirma el padre Cobo. "La mayor parte de sus riquezas–dice Garcilaso– la hundieron los indios, ocultándola y enterrándola de manera que nunca más ha parecido". Y Cieza refería que Paullo Inca le dijo en el Cuzco que, "si todo el tesoro de huacas, templos y enterramientos se juntase, lo sacado por los españoles haría tan poca mella, como se haría sacando de una gran vasija de agua una gota della", o de una medida de maíz un puñado de granos. Los españoles se llevaron el oro de los templos y palacios que los indios no alcanzaron a esconder, pero no vislumbraron la enorme riqueza sepultada en las tumbas. El hombre del Incario se preocupó tanto o más de la morada eterna que de la provisoria de la vida. En el Perú antiguo hubo más necrópolis que ciudades y estas ciudades estaban plenas de tesoros maravillosos. Los señores y caudillos se enterraban con todo su atuendo de mantas lujosas, vajilla de oro y plata, joyería de perlas, turquesas y esmeraldas, ollas y cántaros de barro y de oro. Se creía que quien no llevaba mucho a la otra vida, lo pasaría muy pobre y desabridamente. Había que pagar, como en el mundo clásico europeo, el pasaje a Carón, el barquero de las tinieblas.
Desde el día siguiente de la conquista surgen las leyendas de tesoros ocultos que alucinan a tesauristas empeñosos y a aventureros de la imaginación. Tras del resonante desentierro del tesoro del cacique de Chimú y de la huaca de Toledo, crece la fiebre funeraria de los conquistadores vacantes. Se habla de los tesoros enterrados en Pachacamac, del tesoro de Huayna Cápac enterrado en el templo del Sol, de los de Curamba y de Vilcas, de los tesoros de doña María de Esquivel y de la cacica Catalina Huanca en el cerro del Agustino, veinte veces perforado inútilmente por los huaqueros.
El poder moral de los frailes reacciona contra la profanación de tumbas y aparece la admonición de fray Bartolomé de las Casas, que defiende los cuerpos y las almas de los indios en De Thesauris qui reperientur in sepulchrum Indorum, y el implacable papel Duda sobre los tesoros de Caxamalca que incita a los encomenderos y dueños de tesoros, minas y heredades, a recibir la ceniza sobre la frente y devolver lo arrebatado a los indios so pretexto de idólatras y enemigos de Dios. Está próximo el arrepentimiento y la baladronada póstuma del testamento de Mancio Serra de Leguísamo y las mandas contritas de Francisco de Fuentes en Trujillo, azuzado por su confesor, para devolver todo el oro manchado con la sangre de Atahualpa. Va llegando la hora prevista por Gómara para los que mataron al Inca, en que, castigados por el tiempo y sus pecados, acaben mal.
Ninguno de los tesoros famosos clamoreados en el siglo XVI apareció ante sus pesquisadores. No hallaron el tesoro de Huayna Cápac el tesorero de Arequipa, ni sus socios fray Agustín Martínez y Juan Serra de Leguísamo, autorizados por cédulas reales de 1607, 1608 y 1618, para excavar en el templo del Sol en pos de sus ilusos derroteros. Tampoco pudo nadie llegar a la cumbre nevada del Pachatusan, donde 300 cargas de indios Antis, portadores de oro en polvo y en pepitas, fueron enterrados por orden de Túpac Yupanqui. Ni la plata y el oro sepultados por los indios de Chachapoyas o los de Lampa, que escondieron los caudales que conducían 10 mil llamas y que buscaba aún en la hacienda Urcunimuri, en 1764, un soñador autorizado por el Virrey. Hay una estampa de la época que podría iluminarse con la luz dudosa de un candil, en la que un individuo vendado es conducido a una cueva en que el oro está tirado por los suelos en tinajas, cántaros y alhajas de todo género, que un cacique generoso pone a su disposición.

lunes, 9 de diciembre de 2013

el coricancha o el cerco de oro

EL CORICANCHA: CERCO DE ORO
De la época de Pachacútec y sus sucesores proviene el esplendor áureo del Cuzco que deslumbró a los españoles. El templo del Sol se reviste de una franja de oro de anchor de dos palmos y cuatro dedos de altor, que destella sobre la traquita azul de la piedra severa. El disco del Sol era, según el inédito Felipe de Pamanes, "de oro macizo, como una rueda de carro". La estatua del Sol, llamada Punchao, con figura humana y tamaño de un hombre, obrada toda de oro finísimo con exquisita riqueza de pedrería, su figura de rostro humano, rodeada de rayos, era también maciza. De oro se hacen los ídolos pares del Sol, Viracocha y Chuqui-Illa, el relámpago, y las dos llamas o auquénidos de oro –corinapa–, que con las dos de plata –colquinapa– recordaban la entrada de los Ayar al Cuzco. De chapería de oro profusa –llamada llaucapata, colcapata y paucar unco– estaban cubiertas las imágenes áureas de las divinidades femeninas Palpasillo e Incaollo y las momias de los Incas, desde Manco a Viracocha, puestas en hilera frente al disco del Sol. Pachacútec manda guarnecerlas también con el metal divino: cúbreselas con máscaras de oro, medalla de oro o canipa, chucos, patenas, brazaletes, cetros a los que llaman yauris o chambis, ajorcas o chipanas y otras joyas y ornatos de oro.
Las paredes del templo del Sol, que según algunos cronistas tenían en las junturas de sus piedras oro derretido, se revisten enteramente como de tapicería, de planchas de oro y el Inca, todopoderoso, manda que los queros o vasos sagrados, los grandes cántaros o urpus, los platos en que comía el sol o carasso y los wamporos o grandes odres o trojes de oro y plata para la chicha solar, se funden en oro. La feería mayor del templo –que pareciera relato de las mil y una noches, si la contaran únicamente cronistas tan parcos como Cieza y Cobo y no constase por inventarios del botín de Cajamarca–, era el jardín del Sol, en el que todo era de oro: los terrones del suelo, sutilmente imitados; los caracoles y lagartijas que se arrastraban por la tierra; las yerbas y las plantas; los árboles con sus frutos de oro y plata; las mariposas de leve y calada orfebrería, puestas en las ramas, y los pájaros en árboles, que parecía –dice Garcilaso– como que cantaban o que estaban volando y chupando la miel de las flores; el gran maizal simbólico con sus hojas, espigas y mazorcas que parecían naturales; la raíz sagrada de la quinua y, para completar el ilusorio cuadro, veinte llamas de oro con sus recentales y sus pastores y cayados, todos vaciados en oro. El metal solar es, para los Incas, el mayor tributo que puede ofrecerse a los dioses; y, "como en las divinas letras, dice el padre Acosta, la caridad se semeja al oro", esta costumbre elimina la de los sacrificios humanos o la reduce a mínimo por el destino redentor del oro.
En el Cuzco se cumple también el doble sino del oro que purifica y salva, pero que, a la vez, precipita el ritmo del tiempo, acorta el placer y la efusión de la vida y acelera el momento de la catástrofe liberadora. La canción del oro relaja las fuerzas vitales del Incario y enerva su energía guerrera. Rompe también la solidaridad social, porque el goce del oro, siempre esquivo, constriñe a crear restricciones y diferencias jerarquizantes. El oro, que fue, en los primeros tiempos, atributo mítico y divino de los Incas y de los homenajes al Sol, se convierte en un privilegio de la casta militar y sacerdotal. El oro es requisado celosamente por el Estado, como perteneciente al Inca y al Sol, y Túpac Yupanqui ordena prender a los mercaderes que traían oro, plata o piedras preciosas y otras cosas exquisitas, para inquirir de dónde las habían sacado y descubrir así grandísima cantidad de minas de oro y plata. Y, en pleno apogeo incaico, se dicta la ley que ordenaba "que ningún oro ni plata que entrase en la ciudad del Cuzco della pudiese salir, so pena de muerte". El Cuzco, con su templo refulgente y sus palacios repletos de oro, recibiendo cada año de las minas y lavaderos 15 mil arrobas de oro y 50 mil de plata y las cargas de oro y piedras preciosas de todos los ángulos del Imperio, vino a ser, por obra del tabú imperial como un intangible Banco de Reserva de la América del Sur.

EL MITICO ORO DE LOS INCAS

EL ORO: MITO INCAICO
Los Incas no inventaron las técnicas del oro; pero el oro fulgura, desde el primer momento de su aparición, en el valle de Vilcanota en los mitos de Tamputocco y Pacarictampu, como atributo esencial de su realeza, de su procedencia solar por la identificación de sol y oro en la mítica universal y de su mandato divino. Una fábula costeña, adaptada en la dominación incaica, relataba que del cielo cayeron tres huevos, uno de oro, otro de plata y otro de cobre, y que de ellos salieron los curacas, las ñustas y la gente común. El oro es, pues, señal de preeminencia y de señorío, de alteza discernida por voluntad celeste. Los fundadores del Imperio, las cuatro parejas paradigmáticas presididas por Manco Cápac, usan todavía la honda de piedra para derribar cerros, pero traen ya, como pasaporte divino, sus arreos de oro para deslumbrar a la multitud agrícola en trance de renovación. Los cuatro hermanos Ayar portan alabardas de oro, sus mujeres llevan tupus resplandecientes y en las manos auquillas o vasos de oro para ofrecer la chicha nutricia de la grandeza del Imperio. La figura de Manco, el fundador del Cuzco y de la dinastía imperial incaica, fulge de oro mágico solar y sobrenatural. Una fábula cuzqueña refiere que la madre de Manco colocó en el pecho de éste unos petos dorados y en la frente una diadema y que con ellos le hizo aparecer en la cumbre de un cerro, donde la reverberación solar le convirtió ante la multitud en ascua refulgente y le consagró como hijo del sol. En los cantares incaicos el dios Tonapa, que pasa fugitivo y miserable por la tierra, deja en manos de Manco un palo que se transforma luego en el tupayauri o cetro de oro, insignia imperial de los Incas. Manco sale en la leyenda de Tamputocco de una ventana, la Capactocco, enmarcada de oro, y marcha llevando en la mano el tupayauri o la barreta de oro que ha de hundirse en la tierra fértil y que le ha de defender de los poderes de destrucción y del mal. Mientras sus hermanos son convertidos en piedra, él detiene el furor demoníaco de las huacas que le amenazan y fulmina con el tupayauri a los espíritus del mal que se atraviesan en su camino. En retorno, cuando Manco manda construir la casa del Sol –el Inticancha–, ordena hacer a los "plateros" una plancha de oro fino, que significa "que hay Hacedor del cielo y tierra" y la manda poner en el templo del Sol y en el jardín inmediato a éste, a la vez que hace calzar de oro las raíces de los árboles y colgar frutos de oro de sus ramas.
El oro se convierte para los Incas en símbolo religioso, señal de poderío y blasón de nobleza. El oro, escaso en la primera dinastía, obtenido penosamente de los lavaderos lejanos de Carabaya, brilla con poder sobrenatural en los arreos del Inca –en el tupayauri, los llanquis u ojotas de oro, la chipana o escudo y la parapura o pectoral áureo– y se reserva para las vasijas del templo y la lámina de oro que sirve de imagen del sol colocada hacia el Oriente, que debe recibir diariamente los primeros rayos del astro divino y protector. La mayor distinción y favor de la realeza incaica a los curacas aliados y sometidos, será iniciarles en el rito del oro, calzándoles las ojotas de oro y dándoles el título de apu. Y los sacerdotes oraban en los templos para que las semillas germinasen en la tierra, para que los cerros sagrados echasen oro en las canteras y los Incas triunfasen de sus enemigos.
Los triunfos guerreros de los Incas encarecen el valor mítico del oro y su prestancia ornamental. El Inca vencedor exige de los pueblos vencidos el tributo primordial de los metales y el oro que ha de enriquecer los palacios del Cuzco y el templo de Coricancha. Todo el oro del Collao, de los Aymaraes y de Arequipa, y por último del Chimú, de Quito y de Chile, afluye al Cuzco imperial. Los ejércitos de Pachacútec vuelven cargados de oro, plata, umiña o esmeraldas, mulli o conchas de mar, chaquira de los yungas, oro finísimo del Tucumán y los Guarmeaucas, tejuelos de oro de Chile y oro en polvo y pepitas de los antis. El mayor botín dorado fue, sin embargo, el que se obtuvo después del vencimiento del señor del Gran Chimú, en tiempo de Pachacútec. El general Cápac Yupanque, hermano del Inca y vencedor de los yungas de Chimú, reúne en el suelo de la plaza de Cajamarca –donde más tarde habría de ponerse el sol de los Incas, con otro trágico reparto– el botín arrebatado a la ciudad de Chanchán y a los régulos sometidos al Gran Chimú y a su corte enjoyada y sensual, en el que contaban innumerables riquezas de oro y plata y sobre todo de "piedras preciosas y conchas coloradas que estos naturales entonces estimaban más que la plata y el oro".

domingo, 8 de diciembre de 2013

no hay rio sin oro

NO HAY RÍO SIN ORO
En el Perú primitivo hubo también el oro de los ríos y de las vetas subterráneas. Los primeros cronistas y geógrafos mencionan las minas de Zaruma en el Norte, detrás de Tumbes, y las de Pataz, que proveerían a los orfebres del Chimú; y hacia el interior, en Jaén de Bracamoros, Santiago de las Montañas, el Aguarico célebre por sus arenas de oro, el Morona, la tierra de los Jíbaros y la de los Chachapoyas. En Huánuco, a diez jornadas de Cajamarca, dice la crónica de Xerez, y en el Collao hay ríos que llevan gran cantidad de oro. En la región de Ica debieron existir yacimientos o criaderos de oro en Villacurí, en Guayurí, en Porum y en Nazca; y en la de Apurímac, los de Cotabambas, explotados más tarde. Las minas más ricas, según Xerez "las mayores", eran las de Quito y Chincha; y el cronista oficial Pedro Sancho habla, en 1534, de las minas de Huayna Cápac en el Collao, que entran cuarenta brazas en la tierra, las que estaban custodiadas por guardas del Inca. El oro más puro del Perú fue el del río San Juan del Oro, en Carabaya, que alaban el Padre Acosta, Garcilaso y Diego Dávalos y Figueroa, por ser el más acendrado y pasar de veinte y tres quilates. Carabaya es la región aurífera por excelencia del Perú, el último trofeo de su opulencia milenaria. El cuadro geográfico de Carabaya se acomoda, por su adustez y hostilidad, a la mística metalúrgica, porque una inmensa muralla de cerros nevados y ventisqueros separa la altiplanicie, en que se hallan ciudades como Crucero –donde el agua se hiela en las acequias y se recoge en canastas, según don Modesto Basadre– de la región húmeda y tropical, hacia la que descienden, casi perpendicularmente, por graderías, los ríos que van al Inambari y al Madera, afluentes del Amazonas y que llevan sus aguas cargadas de cuarzo aurífero. En los valles de Carabaya, donde las lluvias torrentosas arrastran árboles y tierra formando aluviones inmensos de agua y tierra rojiza, se hallan los lavaderos de oro Huari-Huari y de Sandia, de San Juan del Oro, de Aporoma, de San Gabán, de Challuma, Huaynatacoma, Machitacoma, Coasa, Marcapata y los cerros famosos de Cápac Orco y de Camanti, que alucinó éste último algunos espejismos republicanos. Esta región inmisericorde, azotada por el viento y las aguas y por las apariciones sorpresivas del jaguar, fue también arrasada por los indios selváticos que degollaron en 1814 a los mineros de Phara a golpes de maza, destruyeron las labores de oro de San Gabán, masacraron a los obreros de Tambopata y en el cerro de Camanti, famoso mineral de oro desde la conquista, mataron los indios Chunchos a un capataz inglés, asaltándole a la salida de su casa y dejándole muerto, de pie y sostenido por las flechas que le enclavaron contra la pared.

PAISAJE ASCÉTICO, ENTRAÑA DEL ORO

PAISAJE ASCÉTICO, ENTRAÑA DEL ORO
América precolombina desconoció el hierro, pero tuvo el oro, en un mundo regido, según Doehring, por el terror y la belleza. En toda América hubo, en la época lítica y premetalúrgica, oro nativo o puro que no necesitaba fundirse ni beneficiarse con azogue, en polvo o en pepitas o granos que se recogían en los lavaderos de los ríos o en las acequias; pero se desconoció, por lo general, el arte de beneficiar las minas. "La mayor cantidad que se saca de oro en toda la América –dice el Padre Cobo– es de lavaderos". Decíase que el oro en polvo era de tierras calientes. Pero la veta estaba escondida en las tierras frías y desoladas, en las que el oro, mezclado con otros metales, necesitaba desprenderse de la piedra y "abrazarse" con el mercurio, como decían los mineros, con simbolismo nupcial. El oro y la plata encerrados en los sótanos de la tierra se guardaban, según los antiguos filósofos –según recuerda el Padre Acosta–, "en los lugares más ásperos, trabajosos, desabridos y estériles". "Todas las tierras frías y cordilleras altas del Perú, de cerros pelados y sin arboleda, de color rojo, pardo o blanquecino –dice el jesuita, Padre Cobo– están empedradas de plata y oro". Un naturalista alemán del siglo XVIII, gran buscador de minas, dirá que "las provincias de la sierra peruana son las más abundantes en minas y al mismo tiempo las más pobladas y estériles" (Helms). "Se puede considerar toda la extensión de la cordillera de los Andes, en mayor o menor grado, como un laboratorio inagotable de oro y plata". Y lo confirmará, con su estro vidente y popular, el poeta de la Emancipación al invocar en su Canto a Junín como dioses propicios y tutelares, dentro de la sacralidad proverbial del oro, "a los Andes..., las enormes, estupendas / moles sentadas sobre bases de oro, / la tierra con su peso equilibrando". Puede establecerse, así, una ecuación entre la desolación y aridez del suelo y la presencia sacra del oro. Y ninguna tierra más desamparada y de soledades sombrías, que esa vasta oleada terrestre erizada de volcanes y de picos nevados, que es la sierra del Perú y la puna inmediata –"el gran despoblado del Perú", según Squier– que parece estar, fría y sosegadamente, aislada y por encima del mundo, despreciativa y lejana, en comunión únicamente con las estrellas. De ellas brota la tristeza y el fatalismo de sus habitantes –la tristeza invencible del indio, según Wiener– y sus vidas "casi monásticas", grises y frías como la atmósfera de las altas mesetas y en las que la felicidad es hermana del hastío. Es casi el marco ascético de renunciamiento y de pureza que, en los mitos universales del oro, se exige por los astrólogos y los hiero-fantes, para el advenimiento sagrado del metal perfecto, que arranca siempre de un holocausto o inmolación primordial.
El oro argentífero y la plata, su astral compañera, abundaron en todas las regiones de la América prehispánica, aunque no se descubriera sino aquella que arrastraban los ríos o estaba a flor de tierra. El oro asomó, por primera vez, ante los ojos alucinados del Descubridor, como una materialización de sus sueños sobre el Catay y de la lectura del Il Milione en la Isla Española, ante las riquezas del Cibao, que se pudo confundir, por la obsesión de las Indias, con Cipango. Y surgió, luego, en la isla de San Juan, dando nombre a Puerto Rico, y en Cuba. Llegaron, entonces, los gerifaltes de la conquista, poseídos de la fiebre amarilla del oro, que, según el historiador sajón y el donaire de Lope, "so color de religión / van a buscar plata y oro / del encubierto tesoro". Surgió más tarde "la joyería" de México, que capturó Cortés, hasta dar con "la rueda grande con la figura de un monstruo en medio", que se robó, en medio del mar, el corsario francés Juan Florín. Sierras y cursos fluviales de la Nueva España estuvieron cargados de oro, por lo que dijo el cronista Herrera que en toda ella "no hay río sin oro". Y el oro surgió, en Veragua y en Caribana, custodiado no ya por toros que despedían llamas o por dientes de dragón sembrados en la tierra, que pudieran vencerse, como en el mito griego, con la ayuda de Medea, sino defendido por caribes antropófagos, con clavos de oro en las narices y con las flechas envenenadas, más mortíferas que los caballos y los arcabuces. Los espejismos dorados de Tubinama, de Dabaibe y del Cenú –donde el oro se pescaba con redes y había granos como huevos de gallina–, decidieron las razzias de Balboa y Espinosa contra los naturales de Tierra Firme, abrieron el camino de la Mar del Sur, reguero de sangre que esmaltan las perlas del golfo de San Miguel y las esmeraldas de Coaque. A las espaldas de las Barbacoas, de la región de los manglares y del Puerto del Hambre, donde los soldados de Pizarro cumplen la ascética purificación que exige el hallazgo de la piedra filosofal, según la liturgia del Medioevo, estaba el reino de los Chibchas, que dominaron la técnica del oro, lo mezclaron con el cobre y crearon el oro rojo de la tumbaga, inferior en quilates y en diafanidad al oro argentífero del Perú.

ORO Y LEYENDA DEL PERU



LA LEYENDA ÁUREA
Un mito trágico y una leyenda de opulencia mecen el destino milenario del Perú, cuna de las más viejas civilizaciones y encrucijada de todas las oleadas culturales de América. Es un sino telúrico que arranca de las entrañas de oro de los andes. Millares de años antes que el hombre apareciera sobre el suelo peruano, dice el humanista italiano Gerbi, el futuro histórico del Perú estaba escrito con caracteres indelebles de oro y plata, cobre y plomo, en las rocas eruptivas del período terciario. Los agoreros astrólogos egipcios, los shamanes indios o los sacerdotes taoístas de la China misteriosa e imperial habían establecido ya, milenios antes, la supremacía del oro sobre los demás metales; y el propio desencantado poeta del Eclesiastés reconoció la plata y el oro como "tesoro preciado de reyes y provincias". Los metales eran semejantes a seres vivos que crecían, como las raíces de los árboles bajo la tierra, y maduraban, diversamente, en las tinieblas telúricas, regidos por los astros y el cuidado de Dios. La plata crece bajo el influjo de la Luna, el cobre bajo el de Venus, el hierro bajo el de Marte, el estaño bajo el de Júpiter y el plomo, pesado y frío, bajo el de Saturno. Pero sólo el oro, que recibe del Sol sus buenas cualidades, que no se menoscaba, ni carcome, ni envejece, es el símbolo de la perfección y de la pureza y emblema de inmortalidad. El plomo y los demás metales que buscaban ser oro son como abortos, porque todos los metales hubiesen sido oro –dice Ben Johnson– si hubiesen tenido tiempo de serlo. Pero, el oro, a la par de su primacía solar y su poder de preservar del mal y de acercar a Dios, implica, en la hierofanía del Cosmos, un azaroso devenir en el que juegan los agentes de disolución y dolor y en que se retuerce un sentimiento agónico de muerte y resurrección. Es el destino azaroso de este "pueblo de mañana sin fin", de este "país de vicisitudes trágicas", que vislumbró el poeta español García Lorca cuando dijo : "¡Oh, Perú de metal y de melancolía!".
Todos los mitos de la antigüedad sobre riquezas fabulosas y las alucinaciones de la Edad Media sobre islas Afortunadas o regiones de Utopía y ensueño y todas las recetas arcanas y la experiencia mágico-religiosa de los alquimistas medioevales para trasmutar los metales en oro, se esfuman y languidecen en el siglo XVI, ante el hallazgo de asombro del Imperio de los Incas y de los tesoros del Coricancha. Pudo decirse que, en la imaginación de los filósofos que soñaron la Atlántida o de los cosmográfos y pilotos que buscaban el camino de Cipango, hubo, ya, una nostalgia del Perú. Pizarro es el único argonauta de la historia que le tuerce la cabeza al dragón invencible que custodia el Toisón de Oro y rompe en mil pedazos la redoma de la ciencia esotérica medioeval para obtener la Piedra Filosofal, ya innecesaria. El Perú sobrepasa, con sus tesoros, la fama de la Cólquida y de Ofir. Es el único Vellocino hallado y tangible de la conquista de América. El Inca Atahualpa, avanzando en su litera áurea por la plaza de Cajamarca, entre el rutilante cortejo de sus soldados armados de petos, diademas y hachas de oro, o llenando de planchas y vasijas de oro el cuarto del rescate, es el único auténtico Señor del Dorado.
Se explica bien, entonces, las noticias escalofriantes de los cronistas, el asombro europeo de los humanistas, portulanos y gacetas y la hipérbole de los poetas e historiadores. Las noticias que llegan del Perú, escribe desde Panamá el Licenciado Espinosa al Rey, apenas apresado el Inca en Cajamarca, "son cosa de sueño". Gonzalo Fernández de Oviedo, que ha visto y palpado durante veinte años, desde Santo Domingo y Panamá, para ponerlas en su Sumario de la natural historia de las Indias, todas las riquezas naturales halladas en el Nuevo Mundo, se admira de "estas cosas del Perú" al tocar con sus manos un tejo de oro que pesaba cuatro mil pesos y un grano de oro, que se perdió en la mar, que pesaba tres mil seiscientos pesos, o al ver pasar hacia España tinajas de oro y piezas "nunca vistas ni oídas". Y comenta, venciendo su desconfianza y escepticismo naturales: "Ya todo lo de Cortés paresce noche con la claridad que vemos cuanto a la riqueza de la Mar del Sur". El tesoro de los Incas del Cuzco excede al de todos los botines de la historia: al saco de Génova, al de Milán, al de Roma, al de la prisión del rey Francisco o al despojo de Moctezuma –dirá maravillado el cronista de los Reyes Católicos–, porque "el rey Atahualpa tan riquísimo e aquellas gentes e provincias de quien se espera y han sacado otros millones muchos de oro, hacen que parezca poco todo lo que en le mundo se ha sabido o se ha llamado rico". Francisco López de Gómara diría: "Trajeron casi todo aquel oro de Atabalipa, e hinchiron la contratación de Sevilla de dinero, y todo el mundo de fama y deseo". Y el padre Acosta, con su severidad científica y su don racionalista, nos dirá en su Historia natural y moral de las Indias: "Y entre todas las partes de Indias, los Reinos del Perú son los que más abundan de metales, especialmente de plata, oro y azogue". León Pinelo, que situaría el Paraíso en el Perú, escribe: "La riqueza mayor del Universo en minerales de plata puso el criador en las provincias del Perú". Y Sir Walter Raleigh, avizorando el Dorado español desde su frustrada cabecera de puente sajón de la Guyana, en América del Sur, escribiría: "Ipso enim facto deprehendimus Regem Hispanum, propter divitias et Opes Regni Peru omnibus totis Europae Monarchis Principibusque longue superiorem esse." –"De ello sabemos que el rey de España es superior a todos los reyes y príncipes de Europa por causa de la abundancia y las riquezas del reino del Perú"–. Por las fronteras del Imperio Español de Carlos V, quien hubiera necesitado para sus guerras riquezas seis veces mayores aún, correría la voz de los tesoros del Perú, que servirían al César español para combatir más ardidamente a Francisco I, Lutero y el Turco y se urdiría el nuevo ensalmo de la fortuna, el nuevo mito del oro peruano, que cristaliza en la mente alucinada del europeo en frases que tientan imposibles o resumen desengaños. Será el súbdito francés de Francisco I, quien después de leer en un pequeño folleto tituladoNouvelles certaines des íles du Perou, publicado en Lyon en l534, la lista de los objetos y planchas de oro traídos del Perú, gruñirá su sorpresa o su ironía en dichos como el de "gagner le Perou" que vale por una utopía o fortuna irrealizable, o el de "Ce n’est pas le Pérou" ante la mezquindad de un propósito defraudado. O será el epíteto de "perulero", aplicado por los pícaros de Sevilla y por el teatro del siglo de oro a los indianos enriquecidos a los que se iba a desplumar, o acuchillar la bolsa, al desembarcar en la ría; o el hiperbólico "Vale un Perú", que trasciende la euforia de un mediodía imperial en la historia del mundo y que ha recogido el poeta peruano J. S. Chocano en su estrofa altisonante:

"¡Vale un Perú! Y el oro corrió como una onda
¡Vale un Perú! Y las naves lleváronse el metal;
pero quedó esta frase, magnífica y redonda,
como una resonante medalla colonial."

viernes, 6 de diciembre de 2013

¿Es posible convertir el plomo en oro?


¿Es posible convertir plomo en oro?

Muy buenos días, familia barinesa. Estoy seguro que el título de este artículo les llamó la atención tanto como a mí. Esperemos entonces que les quede claro la respuesta a esa interrogante. Pero antes de conocer la respuesta, debemos conocer, un poco, los antecedentes que originaron la pregunta. 
En la historia de la ciencia, la alquimia (del árabe الكيمياء [al-kīmiyā]) es una antigua práctica protocientífica y una disciplina filosófica que combina elementos de la química, la metalurgia, la física, la medicina, la astrología, la semiótica, el misticismo, el espiritualismo y el arte. La alquimia fue practicada en Mesopotamia, el antiguo Egipto, Persia, la India y China, en la antigua Grecia y el imperio romano, en el imperio islámico y después en Europa hasta el siglo XIX, en una compleja red de escuelas y sistemas filosóficos que abarca al menos 2.500 años. Actualmente es de interés para los historiadores de la ciencia y la filosofía, por sus aspectos místicos, esotéricos y artísticos.
La alquimia fue una de las principales precursoras de las ciencias modernas, y muchas de las sustancias, herramientas y procesos de la antigua alquimia han servido como pilares fundamentales de las modernas industrias químicas y metalúrgicas. Aunque la alquimia adopta muchas formas, en la cultura popular es citada con mayor frecuencia en historias, películas, espectáculos y juegos como el proceso usado para transformar plomo (u otros elementos) en oro. Obviamente, en la antigüedad, la búsqueda de métodos para obtener riquezas fácilmente era tan intensa como lo es en nuestros días. Sin embargo, las sociedades y la ciencia han creado otros mecanismos de enriquecimiento más expeditos y menos complicados que la transmutación de elementos.
Los alquimistas buscaban constantemente la piedra filosofal, la cual era una sustancia que, según los alquimistas, estaba dotada de propiedades extraordinarias, como la  capacidad de transmutar los metales vulgares en oro. Existirían, según ellos, dos tipos de piedra filosofal: La roja, supuestamente capaz de transmutar, con sólo tocar,  metales innobles en oro; y la blanca, cuyo uso transformaría dichos metales innobles en plata. Esto se lograría por vía húmeda, es decir, mediante reacciones químicas. En ambos casos la substancia de partida era la pirita de hierro (disulfuro de hierro, FeS2, mejor conocido como “oro de tontos” … ¿Sorprendidos?).
El oro siempre ha sido atractivo para las ambiciones humanas.

El oro siempre ha sido atractivo para las ambiciones humanas.

A esta propiedad se le adicionaban dos atributos mágicos: Provisión de un elixir de larga vida a tal grado de conferir inmortalidad, mediante la panacea universal para aniquilar cualquier enfermedad y, dotación de omnisciencia: conocimiento absoluto del pasado y del futuro, del bien y del mal, lo cual explicaría también el adjetivo "filosofal" ya que hasta el siglo XVIII, a los científicos se les denominaba filósofos. Es decir, si llegaras a obtener la piedra filosofal serías un dios inmortal, omnisapiente y además, muy muy rico.
Luego de que por muchos siglos los alquimistas buscaran transformar el plomo en oro, la ciencia sustituyó a la alquimia. La química y la física dieron enormes pasos en este sentido. Las investigaciones y descubrimientos de comienzos del siglo XX en lo relativo a  física nuclear condujeron a un conocimiento más profundo de la naturaleza de materia y de su posibilidad de transformación.  Se determinó, por ejemplo, que la unidad constitutiva de la materia se llama átomo, el cual es sumamente pequeño. En términos simples, esta unidad de la materia se conforma de tres partículas fundamentales ( existen otras, pero trataremos de no hacer más complejo el artículo): Electrones, protones y neutrones. El electrón es muy pequeño y de naturaleza eléctrica negativa; el cual se mueve alrededor de un núcleo, mucho más grande. En este núcleo, se concentra el 99 % de la masa del átomo y en él se encuentran los protones, partículas cuya masa es aproximadamente 1820 veces mayor a la del electrón, de naturaleza eléctrica positiva. En ese mismo núcleo se encuentran los neutrones, muy parecidos a los protones, pero sin carga eléctrica.
 
Representación simple de un átomo.

Representación simple de un átomo.

Todos los átomos de un elemento son iguales entre sí, pero diferentes a los átomos de otros elementos. La diferencia radica en el número de protones que hay en el núcleo. Si hay un solo protón  es hidrógeno, pero si hay dos protones es helio. El número de protones en el núcleo se le llama número atómico y éste es similar al número de cédula de cada individuo venezolano, es decir, un número único para cada individuo asi como un número atómico único para cada elemento.
Si la identidad de un átomo radica en el número de protones que tienes en su núcleo, entonces ¿Podríamos sacar o meter protones en los núcleos, transformándo los elementos, transmutándolos? La respuesta es . La idea de convertir plomo en oro es posible, ya que basta con extraer 3 protones de un átomo de plomo (de 82 protones) para obtener un átomo de oro (de 79 protones). El problema es que no es nada fácil hacerlo. En primer lugar, se necesita cantidades enormes de energía para realizar esos cambios, y en segundo lugar, cuando finalmente sucede, se desprende cantidades enormes de energía, muy difíciles de controlar. Por ejemplo para transformar una pequeña cantidad de hidrogeno en helio, es decir, añadir un protón al hidrógeno, la energía liberada sería fácilmente visualizada al observar la explosión de una bomba nuclear de hidrógeno ( el elemento mas simple de la naturaleza).  Las investigaciones y descubrimientos de comienzos del siglo XX en lo relativo a  física nuclear y física cuántica condujeron a los experimentos de fisión nuclear en 1939 por Lise Meitner (trabajo basado en los de Otto Hahn), y la fusión nuclear por Hans Bethe ese mismo año. Estos experimentos permitieron crear átomos a partir de otros, utilizando elementos con muchos protones en los núcleos de sus átomos (uranio, plutonio) los cuales se los rompen formando átomos de elementos más pequeños. Los efectos son catastróficos.
Actualmente, el Laboratorio Europeo de Partículas (CEREM), ha utilizado un acelerador de partículas subatómicas, para convertir el plomo en oro, haciendo chocar otras partículas a grandes velocidades para arrancar los protones de los núcleos más pesados. Lo anterior se suma a experimentos realizados en Rusia sobre el mismo tema y los resultados parecen ser los mismos: es posible convertir el plomo en oro, pero se gasta mucha energía en el proceso, lo que lo hace que no se rentable y sigue siendo muy peligroso.
 
Porción del acelerador de partículas del CEREM

Porción del acelerador de partículas del CEREM

Personalmente, pienso que la transmutación que estamos buscando no se refiere a algo tan superficial como convertir plomo en oro, el carbón en diamante, el agua en vino, para hacernos ricos y vivir como reyes. Si algo tan consistente como el plomo puede cambiar, ¿Es posible el cambio dentro del ser humano? ¿Cuál puede ser su mecanismo? ¿Con qué tecnología podríamos llegar a ser mejores personas? A pesar del avance de la ciencia, todavía estamos en la prehistoria en cuanto al aspecto espiritual del ser humano. A veces pienso que el verdadero talento con frecuencia muere dentro de nosotros, asfixiado por las normas, directrices, procedimientos y barreras que cada día creamos y nos van creando a nuestro alrededor.
 
Aristóteles dijo que “somos lo que hacemos constantemente”. La excelencia, pues, no es una acción: es un hábito!

La necesidad de creer.

La necesidad de creer.
Podríamos seguir relatando casos de transmutaciones célebres durante mucho tiempo. Podríamos relatar la transmutación que llevó a cabo el emperador fernando III gracias a la Piedra que le llevó el alquimista Richthausen, discípulo de Labujardière (de quien la obtuvo), o la efectuada por el escocés Alejandro Sethon para convencer a dos escépticos a ultranza, Wolfgang Dienheim y el profesor Zwinger, de la Universidad de Basilea. Pero una relación de este tipo sería demasiado larga y fatigosa, con la repetición constante de unos mismos acontecimientos: la transformación del plomo o del mercurio en oro, gracias a la proyección de unos polvos misteriosos calificados como la Piedra filosofal.
Pero el conjunto de todos estos relatos nos hacen ver una necesidad: la necesidad de creer. Es difícil sustentar, a lo largo de tantos años y a través de tantas personas, un engaño, una mentira, sino se tiene más que la esperanza o la ambición. Tal vez todos estos relatos sean imaginarios, pero su número es demasiado abrumador, sin tener en cuenta que algunos de ellos son precisamente obra de personas escépticas, a las que sería difícil engañar. Cabe pensar más bien que, junto con los charlatanes, los defraudadores, los falsos iluminados y los que buscaban satisfacer su codicia mediante la obtención del oro alquímico, tenía que haber otras personas (quizá una minoría, pero fundamentales de todos modos) que se dedicaran realmente a la búsqueda de la Piedra filosofal. Algunos morirían sin conseguirlo, pero otros no. Algunos de ellos lograron realmente sus propósitos. Por supuesto, el misterio de su veracidad quedará en último término en el aire... ya que los testimonios existentes no son todo lo definitivos que exigirá la ciencia actual. Pero, de todos modos, las pruebas existentes son en número suficiente como para permitir una duda razonable sobre el sistemático fracaso que preconizan los autores de mentalidad científica y racionalista que han intentado viviseccionar la Alquimia para llegar a sus más profundas interioridades.
 
alquimia21.jpg (28059 bytes)
 
Ouroboros, la serpiente que se muerde la cola, simboliza para los alquimistas la unidad de la materia (al igual que la circunferencia) Para otros ocultistas, es el fluido universal o la renovación perpetua de la Naturaleza.

jueves, 5 de diciembre de 2013

EXISTE UN PAJARO QUE ES MAS SUBLIME A LA ALQUIMIA

 
Este recipiente hermético, dentro del cual ocurrirán a partir de ahora todas las transformaciones cuyas fases son descritas más o menos alegóricamente en todos los libros alquímicos (el Cuervo, el Rey y la Reina, el Hermafrodita, la Rosa roja y la Rosa blanca...) es llamado por los alquimistas el "huevo alquímico", "huevo cósmico" o "huevo filosofal", ya que, tratándose de un recipiente herméticamente cerrado, en su interior se producirán toda la serie de transmutaciones que, al igual que los cambios del embrión en el interior de un huevo, darán nacimiento finalmente a la Piedra filosofal.
La preparación, formación y "gestación" de este huevo alquímico es también larga: puede durar meses, incluso años... y puede resultar también inútil. En esta última fase de su trabajo, el alquimista debe poner un especial cuidado y atención, ya que cualquier error puede dar al traste con una labor de años. Su base de observación serán los cambios de color y apariencia de la mezcla en el interior del recipiente (llamado también por algunos autores cucúrbita, debido a su forma semejante a una calabaza), único modo de saber si las cosas marchan bien o mal. Si las cosas marchan bien, el contenido del Huevo adquirirá primero un color negro intenso, luego aparecerán en su superficie unos corpúsculos, después adquirirá un color blanco, verde y amarillo, "como la cola de un pavo real" (fase que es representada en los grabados alquímicos precisamente con la figura de un pavo real con la cola desplegada), y finalmente de un blanco deslumbrante. Este es el punto culminante. A partir de aquí, la mezcla deberá teñirse de rojo, "un púrpura tan hermoso que lo teñirá todo con su color y curará a su sola vista, cualquier corazón enfermo". El proceso habrá terminado: la Piedra filosofal será ya un hecho.
Si las cosas van mal, en cambio, los signos serán distintos dentro del Huevo: aparecerá un aceite rojizo flotando en la superficie de la mezcla, o el blanco deslumbrante final pasará al rojo con demasiada rapidez, o su solidificación será imperfecta, se fundirá como la cera al más débil calor. Entonces el trabajo habrá sido en vano. Será preciso volver a abrir el recipiente, intentar tratar la mezcla con agua mercurial, y volver a iniciar la operación en espera de una mejor suerte.
 
alquimia16.jpg (24343 bytes)
 
"El huevo alquímico fue otro de los simbolismos más usado por los alquimistas. De él dijo Miguel Majer: "existe un pájaro que es más sublime que todos los otros. Preocupaos únicamente de buscar su huevo, y al hallarlo, cortadlo con una espada flamígea".

El instrumental alquímico.

El instrumental alquímico.
Es en Grecia donde la Alquimia empieza a adquirir algunas de sus características que más tarde se harán definitivas. Una de ellas, la primera y más importante, es el proceso de destilación. Hasta los primeros alquimistas griegos, la destilación era algo completamente desconocido en el mundo. La primera descripción de un alambique que ha llegado hasta nosotros se atribuye a uno de los primeros alquimistas femeninos conocidos, María la Judía, y es citado a su vez por otro de los alquimistas más célebres de la antigüedad, Zósimo, gracias a cuyos escritos ha llegado hasta nosotros buena parte de la Alquimia griega. Este aparato (que esencialmente no sufrió ninguna variación hasta 1860) nos es descrito por Zósimo como un alambique de tres brazos, cuya utilidad (la de los tres brazos) no ha quedado aún suficientemente aclarada, ya que no estriba en la selección de los productos destilados, y se ignora cualquier otra posible aplicación. De todos modos, el alambique de tres brazos o tribikos fue muy usado a lo largo de los años por todos los alquimistas, al igual que el más normal de dos brazos o dibikos. A María la Judía se le atribuyen también otros varios inventos alquímicos, como son el método de calentar una sustancia mediante vapor de agua (método que en muchos países se conoce aún por "baño de maría"), y el Kerotaxis.
El atanor es el instrumento básico del alquimista. Es un horno, pero se le conoce por atanor, ya que proviene del árabe al-tannur, que significa precisamente eso, "el horno". El horno alquímico, según la descripción que de él nos hace el alquimista Geber, ha de ser "cuadrado, de cuatro pies de longitud, tres de anchura, y un grosor de medio pie en las paredes". Los materiales a calcinar deben ser colocados dentro del horno en cazuelas de arcilla lo más resistentes posible,"como la arcilla que se emplea para la formación de crisoles, a fin de que puedan resistir la fuerza del fuego, incluso hasta la combustión total de la cosa a calcinar".
Estos dos instrumentos básicos de las operaciones alquímicas no eran sin embargo los únicos. Para llevar a cabo su Gran Obra (es decir, la obtención de la Piedra Filosofal), el alquimista debía cumplir numerosas operaciones distintas, entre las cuales las más importantes eran la calcinación, la sublimación, la fusión, la cristalización y la destilación, para las cuales necesitaban de un heterogéneo instrumental, que según el inventario de algunos alquimistas comprendía más de ochenta aparatos distintos: hornos, lámparas, baños de agua y de ceniza, camas de estiércol, hornos de reverbero, ollas de escoria, crisoles, platos, vasos, jarras, frascos, redomas, morteros, filtros, cazos, coladores, batidores, alambiques, sublimadores... sin contar una serie de aparatos auxiliares como tenazas, soportes, etc. Y todos estos utensilios eran de fabricación realmente casera, ya que no existía en aquel tiempo una industria capaz de surtir al alquimista de todo su complejo arsenal.
El alquimista, pues, debía diseñar por sí mismo su instrumental, basándose para ello en las descripciones de los mismos aparatos que hallaba en los libros antiguos.
Por otro lado, y por motivos que veremos más adelante, el alquimista debía tener buen cuidado en escoger a quien debía hacerle los instrumentos, ya que los recelos y la codicia eran muchos y no todo el mundo merecía confianza.
El Kerotaxis era un aparato usado para tratar los metales con vapores de otros metales, ácidos u otras sustancias, operación importante dentro del conjunto de labores alquímicas.
En la parte inferior del instrumento se colocaba la sustancia vaporizable; en el centro, la paleta propiamente dicha, conteniendo el metal que debía ser atacado por los vapores. Bajo la acción del calor, la sustancia desprendía sus vapores, una parte de los cuales atacaba el metal, mientras que el resto se condensaba en la parte superior del aparato, resbalando por las paredes de nuevo hacia la parte inferior y volviendo a reanudar el ciclo, con lo cual se establecía un flujo continuo de vapores.

alquimia8.jpg (61419 bytes)

alquimia9.jpg (18832 bytes)

TIPOS DE ALQUIMIAS

Las dos alquimias.
Hemos señalado ya la existencia de dos distintas clases de alquimia: una externa y otra interna, una exotérica y otra esotérica. La primera, a la que podríamos llamar "Alquimia pública", ya que es la más conocida, que busca como fin primordial conseguir la famosa piedra filosofal (o simplemente La Piedra), maravilloso material entre cuyos inefables poderes se cuenta la virtud de transformar los metales "viles", es decir, el hierro, cobre. zinc, plomo, mercurio, en metales preciosos: oro y plata. A veces, esta piedra es conocida también como el Disolvente Universal, y también algunas veces, erróneamente, como el Elixir de larga vida.
Muchas veces, estos pretendidos alquimistas exotéricos no eran más que estafadores que intentaban aprovecharse de los incautos, lo cual fue causa de muchas de las persecuciones a que se vio sometida la Alquimia y de buena parte de su descrédito. La existencia de estos falsos alquimistas no quiere decir, sin embargo, que no hubiera otros alquimistas exotéricos honestos y entregados lealmente a su labor, dedicando toda su vida a la búsqueda de estas panaceas que, a juzgar por los libros, casi nunca llegaron a conseguir.
La Alquimia esotérica, por su parte, es más una filosofía que un arte, y nació gradualmente de la idea de que solamente por medio de la gracia y del favor divino podía llegarse a conseguir los logros alquímicos. Esto llevó pronto a una inversión de los valores, hasta el punto de que para los alquimistas esotéricos la transmutación de los metales no era más que un medio a través del cual buscaban una transmutación interior.
Pero de esto ya hablaremos más adelante. Vamos a ver, primero, la Alquimia tradicional, aquella que tiene por misión principal conseguir los tres objetivos ya descritos: la Piedra Filosofal, el Elixir de larga vida y el Disolvente Universal.
Los alquimistas fraudulentos.
El procedimiento habitual de estafar mediante la alquimia era el de interesar a un hombre poderoso, generalmente un clérigo (la clerecía es aún hoy la presa favorita para el arte de los estafadores) y emplear la técnica inmemorial del charlatán para llevarlo a solicitar una demostración. El engañabobos se proveía de antemano con algo de oro y plata. Preparaba un horno, adquiría mercurio y un crisol, llenaba el crisol con mercurio y volcaba en él el precioso polvo, probablemente algo de cal o plomo rojo. Mientras tanto, se había introducido algo de oro o plata genuinos en un pedazo de carbón de leña o en una hendidura en la punta de una varilla de agitar y sujeto con cera negra. Se calentaba el horno; se ponía en su sitio el carbón preparado sobre el crisol, o bien se usaba la varilla. La cera se derretía y el metal precioso caía dentro del mercurio; al aumentar el calor, el mercurio se volatilizaba, dejando la plata o el oro derretido en el crisol. ¿Hacía falta algo más como prueba? El incauto se desprendía fácilmente de grandes sumas para la adquisición de materiales de laboratorio y mercurio, o pagaba una gran suma por la receta para hacer la piedra... tras lo cual no volvía a ver más al fraudulento alquimista.

alquimia6.jpg (118262 bytes)

domingo, 24 de noviembre de 2013

ASALTO POR EL ORO DE MADRE DE DIOS

ORO ILEGAL EN MIRA DE LOS DELINCUENTES
Puerto Maldonado.
La trocha que sale del kilómetro 24 de la Carretera Interoceánica hacia las comunidades de San Jacinto y Tres Islas, en Madre de Dios, no es un camino que los habitantes de este lugar quieran volver a transitar. El sábado 15 de junio, víspera del Día del Padre, entre las 11 a.m. y las 2 p.m., diez hombres armados con pistolas y AKM detuvieron todas las camionetas que recorrían esa ruta, las escondieron una tras otra detrás de los matorrales y asaltaron a más de 50 comuneros de San Jacinto. Los tuvieron allí, boca abajo, maniatados, durante casi tres horas. Jorge Payaba, presidente de la comunidad de Tres Islas, recorre ahora con miedo el lugar: “Todito les han revisado, ellos sabían que el sábado sacan el oro de la comunidad para vender o pagar”, dice.
Las víctimas vivían en la comunidad de San Jacinto, vecina a Tres Islas y que también se dedica a la extracción minera. En el lugar, dentro del territorio de la comunidad, solo quedan ahora varios metros cuadrados de pastos aplastados, prendas abandonadas por los asaltantes, una mochila casi nueva, las medias de un niño de no más de 1 año, pequeños plásticos negros con los que se envuelve el oro y las cuerdas que usaron los delincuentes para amarrar las manos y piernas de sus víctimas. Ninguno de los comuneros ha querido volver al lugar desde entonces. Ahora nos acompaña un policía sin uniforme.

Violencia sin control
La fiebre por el oro ha derivado en una alarmante e inusual violencia en las zonas mineras de Madre de Dios. En los últimos meses la policía ha registrado cuatro grandes asaltos de bandas organizadas que usan armas de guerra para asaltar a los comercializadores de oro.
También en marzo de este año 12 delincuentes armados con pistolas y fusiles interceptaron una camioneta que se dirigía de Mazuco al Cusco y robaron 15 kilos de oro (valorizados en dos millones y medio de soles). Días después, la policía identificó y detuvo a cuatro de los asaltantes: uno de ellos era un policía en actividad: el suboficial César Delgado.
“Nunca antes se habían registrado tantos asaltos de este tipo, tenemos miedo de lo que pueda pasar, por eso muchos quieren comprar sus propias armas”, dice Payaba. Los habitantes de Tres Islas y San Jacinto creen que detrás de estos grandes robos podrían estar también otros malos policías. A estos asaltos se suman dos registrados en la comunidad de Kotsimba y en La Pampa, la zona de minería ilegal ubicada dentro del área de amortiguamiento del Tambopata.
Con la inseguridad y el crimen organizado también se ha acentuado el tráfico de armas. En los campamentos es usual ver a los mineros o a sus trabajadores con pistolas sobre las cinturas. La policía local señala que estas armas provendrían de la frontera con Bolivia. Pero no tiene más información.
Acoso judicial
Mientras las investigaciones contra los mineros ilegales y las bandas de delincuentes están estancadas en el Ministerio Público, la justicia en Madre de Dios actúa con inusitada celeridad para otros casos. En el 2011 la Sala Superior Mixta y de Apelaciones de la Corte Superior de Justicia de Madre de Dios ordenó el retiro inmediato de un cerco de madera que la comunidad de Tres Islas había instalado un año antes en el ingreso de su territorio para protegerse.
Esta es la historia. En el 2010, alertados por la invasión de mineros ilegales, la comunidad instaló un puesto de vigilancia en uno de los ingresos a su territorio comunal, exactamente en el lugar donde el pasado 15 de junio ocurrió el asalto. “Queríamos saber quiénes entraban a nuestro territorio”, explica Juana Payaba Cachique, hermana de Jorge, y entonces presidenta de la comunidad.
Sin embargo, dos empresas de transporte (Mineros S.A.C. y Los Pioneros S.R.L.) interpusieron una demanda contra los dirigentes por atentar contra el libre tránsito. La segunda fiscalía penal corporativa de Tambopata aceptó la demanda y denunció penalmente a los dirigentes. Después, con inusitada celeridad, la Sala Superior Mixta y de Apelaciones de la Corte Superior de Justicia de Madre de Dios ordena el retiro inmediato del cerco de madera y la caseta.
Angustiada por las denuncias, Juana Payaba presentó una demanda de hábeas corpus ante el Tribunal Constitucional contra el fallo de la Corte Superior de Justicia. Y en setiembre del año pasado, la sentencia del TC les dio la razón: ordenó a la sala emitir una nueva resolución. “El Poder Judicial debería de haber ordenado a los transportistas restituir la tranquera y la caseta de control que destruyeron, pero hasta ahora no lo hace”, se queja Payaba. La justicia para la comunidad de Tres Islas es extrañamente lenta. Y sorda.
“Queremos protegernos y la justicia no nos deja”
JORGE PAYABA. PRESIDENTE DE LA COMUNIDAD DE TRES ISLAS
Nuestros padres llegaron hasta aquí entre la década de los 40 desde otras comunidades de Ucayali y Loreto. Habían escapado de la violencia del caucho. Eran alrededor de 30 familias. La llamaron Tres Islas porque en esa zona el cauce del río Madre de Dios forma tres pequeñas islas. Una vez asentados aquí peleamos durante años el reconocimiento de nuestra comunidad. Recién en 1994 titularon nuestras tierras y definimos nuestros linderos. Fue en ese momento que nos dimos cuenta de que varias personas habían realizado sus petitorios mineros. De los 105 petitorios mineros registrados en la comunidad solo 11 pertenecen a la misma comunidad, el resto son de personas extrañas. De esas 94 zonas de extracción minera solo 4 cuentan con autorización comunal. Nosotros no nos beneficiamos de lo que ellos sacan.
Por eso, para evitar que ingresen nuevos mineros a nuestro territorio instalamos ese puesto de control. Queremos protegernos y no nos dejan. Ha sido un largo proceso judicial. Solo el Tribunal Constitucional nos dio la razón, pero hasta ahora la Corte Superior no emite una nueva sentencia. Encima, nos han vuelto a denunciar por instalar otra reja. Ya presentamos una queja ante la Corte Interamericana de Derechos Humanos.

cobre, plata y oro se intensificó en Peru

Producción nacional de cobre, plata y oro se intensificó en agosto


(Reuters). La producción de cobre, oro y plata del país creció fuertemente en agosto frente al mismo mes del año anterior, según cifras mostradas hoy por el gobierno.
La producción de cobre aumentó un 16,8% interanual en agosto, a 132.098 toneladas, mientras que la de oro creció un 12,7%, a 14,5 millones de gramos, de acuerdo a datos publicados por el Ministerio de Energía y Minas en su página web.
Asimismo, la producción de plata aumentó un 6,1% en agosto frente a igual mes del año pasado, a 312.478 kilos, agregó.
Sin embargo, la producción de zinc se redujo un 4,9% interanual, a 108.119 toneladas.
Estas cifras continúan por la senda de crecimiento que experimentó el sector en julio, según datos del ministro.
El país es el tercer productor mundial de cobre y plata y el sexto de oro.

la producción nacional de oro proviene de la minería ilegal

la producción nacional de oro proviene de la 
minería ilegal



Un reciente informe realizado por Verité, una ONG estadounidense encargada de combatir el trabajo forzoso a nivel mundial, reveló que el 20% de todo el oro que se produce en nuestro país proviene de la minería ilegal.
El estudio sostiene que la región de Madre de Dios es el principal foco de producción de oro ilegal. En la zona, el 97% de la producción total de este metal es ilegal.
CONDICIONES INHUMANAS 
Pero el reporte no se limita a las cifras de producción. Ha revelado, además, que los trabajadores que se ocupan de las tareas de extracción laboran en pésimas condiciones. Según el investigador principal del informe, Quinn Kepes, “en ninguna otra parte del mundo hemos visto peores condiciones de trabajo”.

Para ocultar su creciente fuerza de trabajo, las mineras ilegales han comenzado a pagar a los trabajadores bajo la mesa, señala el informe.
EL DESTINO
El informe afirma que gran parte de este oro ilegal llega a Suiza, donde se refina o se utiliza en productos de lujo como relojes y joyas. Sólo en 2011, Perú exportó 25 toneladas (27,6 toneladas) por valor de más de US$1 mil millones a Suiza.

En total, las exportaciones de oro a Suiza bordean los US$6 mil millones por año. “Miles de millones de dólares en oro producido ilegalmente han hecho su camino desde Perú a Suiza”, afirma Kepes.

martes, 19 de noviembre de 2013

Minera Yanacocha la más grande de Latino américa

Minera Yanacocha  la más grande de 
Latino américa
 es la empresa que explota la mina de Yanacocha, la mina de oro más grande de Latinoamérica, se encuentra ubicada en la provincia y departamento Cajamarca a 800 kilómetros al noreste de la ciudad de Lima, Perú. Su zona de operaciones está a 45 kilómetros al norte del distrito de Cajamarca, entre los 3 500 y 4 100 metros sobre el nivel del mar.

Fundación y socios

Yanacocha fue constituida legalmente en 1992 y está conformada por los siguientes accionistas: Newmont Mining Corporation(51.35%) con sede en Denver, EEUU; Cía. de Minas Buenaventura (43.65%), compañía peruana; y la International Financial Corporation (IFC) (5%). Con el inicio de las operaciones de Carachugo, Yanacocha produjo su primera barra de Doré, el 7 de agosto de 1993.

Proceso de producción

La exploración es la primera parte de un largo proceso. En esta se perfora el terreno en lugares previamente establecidos donde posiblemente se puedan encontrar yacimientos de mineral. Al ser encontrados estos cuerpos mineralizados, previa autorización de la autoridad competente, se procede a la construcción de las instalaciones de minado (plantas de procesos, accesos de acarreo del mineral, pilas de lixiviación, etc.). Una vez construidas, se inician las fases conocidas como pre minado y minado; y posteriormente al carguío del mineral para su proceso.
Todo el material que contiene oro es enviado a la llamada pila o PAD de lixiviación; aquel material ausente de mineral es enviado al depósito de desmonte, en donde se almacena para su posterior rehabilitación.
La pila o PAD de lixiviación es una estructura a manera de pirámide escalonada donde se acumula el mineral extraído. A este material se le aplica, a través de un sistema de goteo, una solución cianurada de 50 miligramos por litro de agua, la cual disuelve el oro. Mediante un sistema de tuberías colocadas en la base del PAD, la solución disuelta de oro y cianuro – llamada solución rica - pasa a una poza de lixiviación o procesos, desde donde se bombea hacia la planta de procesos.
Luego, el Proceso de Columnas de Carbón permite concentrar la cantidad de oro de la solución rica que hay en las pozas de operaciones para posteriormente recuperarlo en el proceso de Merrill Crowe; aquí el oro líquido presente en la solución rica es convertido en sólido mediante un procedimiento de precipitación y recuperación del metal. La última etapa de este proceso de producción es la Refinería, lugar donde el precipitado de oro proveniente del proceso de Merrill Crowe es sometido a diferentes operaciones que dan como resultado el DORÉ, que es un lingote que mezcla el oro y plata obtenidos.

Cuidado de la calidad del agua en Yanacocha

Es por esto que Yanacocha opera regida por estándares nacionales e internacionales ,en este caso los del Banco Mundial ,pero no por los estándares de la comunidad Europea que aseguran un eficiente tratamiento de toda el agua que utiliza en la producción del oro.
En época seca, el agua utilizada en el proceso de producción es constantemente recirculada y reutilizada para los mismos fines. Algo contrario ocurre en época de lluvias, cuando una gran cantidad de agua de lluvia ingresa a las pilas de lixiviación. Este exceso de agua requiere de tratamientos adecuados para que pueda ser descargada a las quebradas manteniendo la calidad exigida por la legislación vigente.
El tratamiento de agua es un proceso que continuará llevándose a cabo aún cuando Yanacocha haya culminado sus operaciones mineras y las áreas hayan sido rehabilitadas. El llamado Cierre de Minas, que incluye actividades de rehabilitación de los terrenos y de revegetación y que permite dejar los territorios minados en igual o mejor estado del que fueron encontrados, tendrá como una de sus principales actividades el tratamiento permanente del agua así ya no se estén llevando a cabo operaciones mineras en la zona.
El adecuado tratamiento y descarga de agua limpia para la provincia de Cajamarca se logra mediante tres grandes programas.

Programa de control de la erosión y los sedimentos

El dique Río Grande, en Cajamarca.
La lluvia que cae sobre un suelo sin cobertura vegetal, como lo es gran parte del territorio de operaciones de Yanacocha, produce un arrastre de partículas de tierra. Estos son los sedimentos.
La erosión, con la consecuente producción de sedimentos, es un proceso natural. Los sedimentos son parte inherente de los ríos, aún más en temporada de lluvias donde las aguas de color marrón no son más que una muestra del aumento de sedimentos por el acrecentamiento de la velocidad y volumen del caudal. Lo que ocurre es que Yanacocha, en su proceso de producción, genera más sedimentos de lo normal y lo que se hace es controlar esa cantidad adicional de sedimentos que genera su actividad.
Yanacocha cuenta con 13 serpentines diseñados para captar el agua de las lluvias que discurren por las quebradas ubicadas dentro de sus operaciones. Los serpentines son como surcos o pozas paralelas con muy poca pendiente en los que ingresa el agua cargada con sedimentos. Esto provoca que el agua empiece a perder velocidad; al ocurrir esto, las partículas de tierra se van asentando.
Al pasar de poza en poza, los sedimentos son retenidos y el agua se va aclarando. Sin embargo, esto no es del todo suficiente. Los serpentines, como primera fase, controlan el 50% de los sedimentos, pero el otro 50%, que es mucho más fino, debe controlarse de otra manera, para eso existen los diques.
El control final de sedimentos se realiza a través de los diques que se encuentran en las quebradas aguas abajo de la zona de operación minera, al borde de la propiedad de Yanacocha. Esta es la última etapa antes de la descarga de las aguas al medio ambiente, las cuales cumplen con los niveles establecidos por los estándares nacionales e internacionales. Los diques de control de sedimentos de Río Grande y Río Rejo trabajan eficientemente descargando agua con valores de sedimentos por debajo de 50 miligramos por litro, lo cual protege la vida acuática aguas abajo de las operaciones y hace que el recurso hídrico sea apto para cualquier otro uso que lo requiera.

Tratamiento del agua

Plantas de tratamiento de aguas de exceso convencionales y de Ósmosis Inversa

Planta de Tratamiento de Ósmosis Inversa en Yanacocha.
Las aguas de exceso se originan en la temporada de lluvias que transcurre entre los meses de octubre y abril. El agua que cae en grandes cantidades sobre la zona de operaciones, ingresando a las pilas de lixiviación y a las pozas de procesos, genera un excedente de agua en el sistema que es necesario liberar ya que afecta el proceso de producción y puede poner en riesgo su capacidad de contención. Previamente tratada, el agua es enviada de regreso al medio ambiente.
Hace tres años, la planta Yanacocha Norte implementó y mejoró este tratamiento de aguas de exceso incorporando un nuevo sistema con tecnología de punta denominado Tratamiento de Aguas por Ósmosis Inversa. El agua de exceso, empujada por la presión de un sistema de bombeo, se hace pasar por unas membranas especiales muy finas, las que, sin el uso de reactivos químicos y con una alta eficiencia, atrapan el contenido de metales y otras sustancias, dejando pasar el agua ya libre de elementos perjudiciales para el medio ambiente.
En octubre del 2006, el Consejo Nacional de Medio Ambiente (CONAM), el ente ambiental más importante del país, distinguió a Yanacocha con un Certificado de Experiencia Exitosa en el “Premio Nacional a la Producción más Limpia y a la Ecoeficiencia”.

Plantas de tratamiento de aguas ácidas

Planta de Tratamiento de Aguas Acidas en Yanacocha.
En el tratamiento de aguas ácidas (presentes en forma natural en las aguas subterráneas y superficiales de las zonas de Jalca) se utilizan reactivos tales como la cal(CaO), que permite neutralizarlas y tratarlas adecuadamente. Esto tiene que ver con el pH, que es un indicador de la medida de acidez de los líquidos. La legislación ambiental vigente establece que el pH adecuado para cualquier uso debe estar entre 6 y 9 unidades; valores menores a este rango son considerados aguas ácidas. Al neutralizar el agua por efecto de los reactivos, el pH llega a fluctuar dentro del rango indicado y, con la ayuda de sustancias floculantes y coagulantes, se separa los metales y demás partículas que afectan la calidad del agua; así se trata de que el líquido sea devuelto al medio ambiente en las condiciones adecuadas; sin embargo ésto no es siempre posible debido a la escorrentía que existe, ya que a veces el agua de lluvia antes de llegar a los ríos recorre zonas cercanas a la minera algo estériles por la acidificación del suelo, y hace que el agua se vuelva ácida, como ocurre en parte de la formación del río Chonta donde el pH llega a ser ácido(alrededor de 3), no obstante en lo que sigue de su curso al mezclarse con otras aguas éste va aumentando.

Plantas de tratamiento de aguas servidas

En Yanacocha existen 14 plantas de tratamiento de aguas servidas ubicadas en todas las instalaciones de la empresa. Todas estas aguas son debidamente tratadas antes de ser devueltas al medio ambiente. Yanacocha cuenta con la autorización de la Dirección General de Salud Ambiental (DIGESA) para descargar esta agua, previamente tratada, en puntos específicos. La calidad de agua descargada al medio ambiente es continuamente monitoreada y los resultados son remitidos periódicamente a las autoridades respectivas.

Aguas de lavaderos de vehículos

Al lavar los vehículos, el agua queda impregnada de tierra, barro y muchas veces también de restos de hidrocarburos. Toda el agua utilizada en el lavado de vehículos y maquinaria es también llevada a una planta de tratamiento especial que permite limpiarla de residuos tóxicos, propios del contacto del agua de lavado con aceites y combustibles, y sedimentos que puedan afectar su calidad.

Monitoreo permanente de la calidad del agua

Yanacocha lleva a cabo un monitoreo constante de la calidad de las aguas que salen de la zona de operaciones.

Monitoreos internos

Existen más de 200 lugares de monitoreo interno y su frecuencia varía dependiendo de la criticidad de las actividades que se realizan en la zona. Los monitoreos pueden ser cada hora o trimestrales según lo requiera el punto a analizar. Estos monitoreos son llevados a cabo para el propio control operativo de Yanacocha en uno de los laboratorios ambientales más moderno de América Latina. Al finalizar el año 2005, este laboratorio obtuvo la acreditación ISO 17025 norma con la que sólo se reconoce a laboratorios que operan bajo una óptima gestión de calidad y competitividad. El laboratorio renovó su acreditación el año 2006 y en el año 2008.

Monitoreos participativos

Un ejemplo de monitoreo participativo en Cajamarca.
Se ejecutan en las zonas de descarga de agua y otros puntos establecidos fuera del área de operaciones. Esta es la mejor forma de mostrar transparencia hacia la opinión pública, ya que los análisis de las aguas se llevan a cabo en conjunto con representantes de las comunidades y con instituciones y autoridades que toman parte en los diversos procesos de vigilancia de la calidad de las aguas.
Actualmente existen ocho programas de monitoreo en los que participan diversas entidades que validan y verifican los análisis llevados a cabo en los distintos canales y ríos de la zona de influencia de las operaciones. Algunos de estos monitoreos han empezado a ejecutarse en 1996; es decir, se tienen ya once años de información que ha sido recolectada de forma conjunta con entidades como Sedacaj, la Dirección Regional de Energía y Minas (DREM), entre otras.
Otros monitoreos participativos se iniciaron recientemente, como el de Combayo. En él, para dar un ejemplo de la cantidad de organizaciones que forman parte de estas acciones, participan la Dirección Ejecutiva de Salud Ambiental Cajamarca (DESA Cajamarca), representantes de la comunidad de Combayo, la DREM, la Autoridad Técnica del Distrito de Riego (ATDR) y Yanacocha. Como ocurre en todos los monitoreos, las muestras son recogidas de manera conjunta entre los participantes y son enviadas a un laboratorio certificado en Lima escogido por los mismos representantes de la comunidad. Los resultados de análisis de calidad de agua se reportan a las autoridades respectivas y a las partes involucradas en el proceso de colección de muestras.
Una de las grandes ventajas de estos monitoreos, es que existe colaboración e independencia de las partes y participan los más interesados, que en este caso son los usuarios directos de las aguas. Los representantes de las comunidades son capacitados, además que son ellos quienes escogen los lugares de toma de muestras así como los laboratorios certificados donde se analizan las muestras. Estos programas de monitoreos han permitido detectar problemas puntuales en la calidad de agua, sean estos causados o no por las actividades mineras, que se han solucionado oportunamente.
A partir del año 2007, se empezó hacer público, a través de publicaciones en diarios locales, la calidad del agua de los ríos a raíz de los monitoreos participativos que ejecutan las comunidades conjuntamente con las autoridades competentes. Asimismo, todos los resultados de monitoreos externos se encuentran disponibles en el Centro de Información de Yanacocha (ubicado en la ciudad de Cajamarca), así como todos los Estudios de Impacto Ambiental realizados hasta la fecha.

Monitoreo de calidad y cantidad de agua en tiempo real utilizando telemetría (ph, flujos, turbidez, lluvia, exploración)

Yanacocha posee estaciones meteorológicas ubicadas en las zonas de Huandoy, Yanacocha, Mirador y Maqui Maqui; así como estaciones de calidad de agua ubicadas en el río Grande y río Rejo. Estas estaciones envían información cada 15 minutos a una repetidora que recibe toda la información y la envía inmediatamente a las oficinas de Medio Ambiente de Yanacocha.
De esta manera, se puede detectar cualquier tendencia que potencialmente podría generar un problema ambiental para, de ser necesario, poder tomar acciones y prevenir problemas antes de que estos se produzcan.

Cuidado de la cantidad del agua en Yanacocha

Según un estudio de Yanacocha, respecto al agua de lluvia que cae sobre la cordillera cajamarquina: el 50% del agua se evapotranspira; el 40% se escurre por la superficie y corre por los ríos; y el 10% se infiltra al subsuelo; es decir, sólo el 40% es el que, en teoría, debería ser aprovechada al máximo.
El total del agua que en temporada de lluvias corre por el río Cajamarquino (que es el río que drena toda la provincia de Cajamarca y que es conformado por los ríos Mashcón y Chonta) es de aproximadamente 280 millones de metros cúbicos (fuentes: Estación Hidrométrica de Jesús Tunel). De estos 280 millones, 10 millones son utilizados por la ciudad de Cajamarca (4%, la captación de agua para la ciudad se hace aguas arriba de los ríos Grande y Ronquillo, ambos afluentes del Mashcón); 68 millones los utiliza la agricultura (25%); 2 millones son utilizados en la minería (1%, captación que se hace de un afluente del río Grande); y 200 millones de metros cúbicos siguen su curso por el río Marañón hasta el Océano Atlántico sin que puedan ser aprovechados por Cajamarca.
Resulta paradójico darse cuenta que en la temporada de lluvias la población suele mostrar su molestia frente a huaycos y deslizamientos; mientras que en la época seca, que va desde mayo hasta septiembre, se generan disputas por un litro por segundo de agua. Pero la buena noticia es que agua hay en Cajamarca, en grandes cantidades y durante seis meses, lo que se requiere es hallar los mecanismos para que ésta agua esté disponible durante todo el año.

Almacenamiento de agua en Yanacocha

En marzo del 2006, mes en que más llueve en Cajamarca, el caudal de agua en la parte baja del río Grande llegó a los 1300 l/s; mientras que en septiembre de ese mismo año (mes más seco) fue de 130 l/s. Eso da luces de la gran cantidad de agua que cae en la época de lluvias y las menores cantidades que hay en la época seca.
El agua que Yanacocha trata en el proceso se descargaba en la quebrada Pampa Larga. Anteriormente, se trataba una gran cantidad de agua en época de lluvias y en esa misma época era descargada. Sin embargo, era claro que el flujo de agua en la quebrada aumentaba en una época en la cual no existe una gran demanda de agua. Es en ese momento que Yanacocha desarrolla la idea de almacenar el agua tratada durante la época de lluvias para que esté disponible cuando es más necesaria: la época seca.

Reservorio San José

Reservorio San José, en la zona de operaciones de Yanacocha - Cajamarca.
La actividad minera a tajo abierto genera grandes huecos en el terreno que pueden ser acondicionados para convertirlos en reservorios que podrían almacenar grandes cantidades de agua. Un ejemplo de esta oportunidad es el reservorio ubicado en el antiguo tajo San José, una obra de ingeniería pionera de la minería moderna nacional que cuenta con una capacidad de almacenamiento de 6 millones de metros cúbicos de agua tratada para ser utilizada en época seca. La capacidad de este enorme reservorio es equivalente a 6 veces el Estadio Nacional de Lima.
San José empezó a recibir agua tratada en noviembre del 2006 y ha comenzado a abastecer con agua desde mayo del 2007 a algunos canales de comunidades con los cuales Yanacocha tiene compromisos. Son cuatro los canales que benefician con este reservorio: Encajón-Collotán, Quishuar, Llagamarca y La Shacsha.
Estos canales fueron impactados por las operaciones de Yanacocha y sus usuarios han aceptado esta idea como una medida adecuada de mitigación, ya que son alrededor de 5000 agricultores los que tienen la posibilidad de recibir más agua de la que tenían y sobre todo, recibirla en el momento que más lo necesitan, que es en la época seca. Estos canales necesitan 3 millones de metros cúbicos durante todo el año; el reservorio San José tiene la capacidad de almacenar el doble de agua.
Siendo San José parte del proceso de Cierre de Minas de Yanacocha, se ha previsto un fondo que garantice la permanente operación de este activo ambiental, independientemente de que Yanacocha haya culminado sus operaciones de minado.
Actualmente el reservorio no abastece de agua y se encuentra "vacío", ya que debido a algunas fallas constructivas éste debe estar en mantenimiento y reparación permanente para reparar las filtraciones ubicadas en la base, por lo que el aprovechamiento del reservorio de manera provisional es ineficiente.

Diques Río Grande y Río Rejo

Dique Río Rejo, en Cajamarca.
Estos diques, como se mencionó anteriormente, fueron construidos con el fin de controlar sedimentos. Pero en ellos también se presenta una oportunidad de reserva de agua para su descarga en la época seca. Estos dos diques tienen la capacidad de almacenar, en promedio, 600 mil metros cúbicos de agua. Agua que puede utilizarse cuando no llueve.
Durante los meses de marzo, los diques se mantienen completamente llenos de agua para así poder descargar esta agua durante los meses más secos. Estas descargas se realizan de manera programada con la Administración Técnica del Distrito de Riego (ATDR).
En la temporada seca del año 2005, del dique Grande fueron descargados hasta 58 litros por segundo adicionales (25% de agua adicional) al flujo base durante los meses más secos. En la temporada seca del 2006, se descargaron 81 l/s (35% de agua adicional) adicionales. En la temporada seca del 2007, se descargaron 82 l/s (36% de agua adicional). Agua que pudo perderse en época de lluvias en el río Marañón pero que estuvo disponible en el mes de agosto y septiembre y aumentó los caudales cuando menos volumen tenían.